EL ORDEN DIGITAL

lunes, 25 de junio de 2012

filosofía barata y
galochas agujereadas


    Hay unos cuantos funcionarios y ex funcionarios que han jurado tanto en falso, que deberían arrodillarse frente a la bandera y empezar a despojarse del reloj, las tarjetas, los relojes, los autos, las escrituras y de todo lo que han obtenido inmerecidamente, pedir perdón a quienes confiaron en ellos, y después volver a prometer lealtad y empezar una vida nueva.

    «Belgrano murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada por la guerra civil», dicen los historiadores. Está claro que muchos de los dirigentes argentinos de los últimos cuarenta años aprendieron del ejemplo del pobre Belgrano y no quieren morir en la pobreza como él.

    Cuando cantamos el himno, generalmente a media voz,  no pensamos mucho en lo que dice. Los jurados de los concursos de canto en televisión podrían indicarnos cómo vivenciar cada una de sus palabras, cada uno de sus conceptos. Y entonces, a la hora de cantar «ved en trono a la noble igualdad», tendríamos derecho a reclamar que quienes ocupan cargos públicos acepten cobrar los mismos sueldos, las mismas jubilaciones, usar los mismos autos, ir de vacaciones a los mismos lugares y vivir en las mismas viviendas que deben sufrir la mayor parte de los ciudadanos.

    Hace casi doscientos años Manuel Belgrano recibió un premio otorgado por la Asamblea del año XIII. Eran cuarenta mil pesos de aquellos tiempos. Alcanzaban, aparentemente, para construir cuatro escuelas. El Triunvirato y los gobiernos sucesivos, y los sucesivos, y los sucesivos, usaron la plata para otras cosas. ¿Y los sucesivos?
                                                                      Mario dos Santos Lopes

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