EL ORDEN DIGITAL

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Carlos Baúlde cuenta la historia de un joven que se hizo rico con Internet

La historia del joven chubutense que se hizo rico con la web
Por Carlos Baulde (Especial para Jornada)


El chubutense Wenceslao Casares (35) hace rato que es “Wences” a secas. Así lo llamaban hace más de 15 años, cuando era un inquieto estudiante de la Universidad de San Andrés que soñaba con los grandes negocios, aunque las notas en las diferentes materias no lo ubicaban en aquel entonces como un “joven brillante”. Y así lo llaman ahora en Palo Alto, en la baja California, EE.UU., en donde viven y trabajan los empresarios top del negocio tecnológico mundial.
Aunque es una especie de “mito” del mundo de los negocios, son muy pocos –sobre todo en Chubut- los que conocen con detalles la historia de Casares, que saltó a la “fama” hace ya casi una década –en marzo de 2000- cuando logró venderle su “invento”, el prometedor sitio de Internet de finanzas personales Patagon.com, al poderoso Grupo Santander de España. Fue en una cifra inusual para un emprendimiento de “garage” ideado por un par de jóvenes audaces: 528 millones de dólares.
Después de aquel gran salto, ya convertido en un joven millonario, Casares se tomó tres años sabáticos y dio la vuelta al mundo en un velero en compañía de su esposa norteamericana Belle, y sus tres hijos, uno de los cuales nació durante la increíble travesía (ver recuadro).
Hoy, además de aportar varias decenas de millones para formar el fondo de inversión Meck, que apoya a jóvenes emprendedores, y de impulsar en Brasil el Banco Lemon para financiar a los pobres, entre otros emprendimientos, lleva las riendas de Bling Nation, una ascendente empresa de pagos a través del celular para el mercado norteamericano.
Guanacos y Pc

“Wences” había llegado a la Universidad de San Andrés -orientada a los negocios- desde muy lejos. Más precisamente, desde la estancia Los Guanacos, ubicada en la cordillera chubutense -cerca de Río Pico-, en donde su padre era administrador. También pasó mucho tiempo en Esquel, en donde cursó sus estudios.
Entre corderos, fardos de lana y cabalgatas, “Wences” se crió junto a sus dos hermanas, Azul y María, que en su etapa de Buenos Aires también fueron sus compañeras de departamento.
A los 14 años, su padre les instaló una computadora en cada cuarto a sus tres hijos. Eran equipos muy limitados, al estilo de las Commodore 64 y 128 que ya empezaban a funcionar en muchos hogares. Pero “Wences” se las ingenió para rápidamente ponerlas en red, mostrando que su vínculo con la tecnología empezaba a ser más que cercano.
Patagon.com

En su paso por la Universidad de San Andrés, en donde estudiaba Administración de Empresas, conoció a Constancio Larguía, el socio con el que idearon y convirtieron en un boom a Patagon.com. Antes, en 1994, con unos servidores ubicados en un departamento porteño lanzaron la primera empresa de provisión de servicios de Internet –Internet Argentina S.A.-, cuando la red de redes era desconocida para la mayoría de los argentinos.
A finales de los 90, “Wences” y Constancio ya habían dejado de vivir asiduamente en Buenos Aires y se la pasaban gran parte del tiempo arriba de los aviones, expandiendo a Estados Unidos, México y España las redes de Patagon.com. Además de complementar sus estudios con un posgrado en Harvard.
El año que viene se cumplirá una década desde que Patagon.com fuera tapa de todos los diarios, cuando el Santander Central Hispano pagó 528 millones de dólares por el 75% de la compañía. Pero la “burbuja” de Internet explotó y miles de millones de dólares fueron a parar al cesto de la basura. Patagon.com no fue la excepción.
Aunque Casares ya era un millonario, igual siguió al frente de la empresa por pedido de los españoles y en 2002 tuvo que cerrarla. Ese año declaró en el diario Clarín: “Nos dieron un cheque en blanco y no supimos aprovecharlo. Hoy puedo decir que en dos años tiramos a la basura 270 millones de dólares y no logramos absolutamente nada de lo que les prometimos a los españoles”.
La frase cayó mal en los inversores españoles que no sólo le habían pagado una fortuna por el sitio de Internet, sino que le habían puesto 270 millones de dólares para expandirlo.
Fue, sin dudas, el momento más aciago de la carrera de este joven brillante.
Nuevos tiempos

A pesar del mal trago, “Wences” nunca dejó de emprender. Se mudó a Estados Unidos, creó el Banco Lemon en Brasil, orientado a los microcréditos para personas de bajos recursos. Después, una empresa de videojuegos en Chile, Wanako Games –en honor a los guanacos de su infancia-, que más tarde se la vendió a la gigante del entretenimiento Vivendi. Y también Meck, un fondo de inversión con tres socios que conoció en los inicios de Patagon.com: el argentino Guillermo Kirchner; el brasileño Michael Esrubilsky; y el venezolano Meyer Malka.
- ¿Volvería a emprender en la Argentina?, le preguntó hace poco una periodista de la revista Apertura.
- Me gustaría mucho y me tienta, porque mi familia y mis mejores amigos están allá. Desde los negocios, todavía encuentro gente increíblemente talentosa. Me es más fácil encontrar gente brillante en la Argentina que en otros lugares del mundo. Sin embargo, me pasaron cosas que combinadas hacen que sea difícil volver. Primero, el Banco Lemon lo hicimos en Brasil por una cuestión de escala, que te perdona muchos errores. Después, mi mujer y mis hijos son norteamericanos. Y ahora que hace años que vivo en Silicon Valley, para alguien que le gusta ser un entrepreneur de tecnología, es como un sueño tener esta oportunidad. Cuando sueño con vivir en la Argentina, es en la Patagonia. Y eso lo hace más difícil. No es que sea imposible, pero mi oficina en Palo Alto está al lado de la Facebook y lo único que tengo que hacer para enterarme qué está pasando es salir a tomar un café. Desde la Patagonia sería muy difícil eso.
Casares también es un crítico de las reglas de juego con las que muchas veces hay que trabajar en la Argentina: “Decime una empresa de tamaño mediano o grande que pueda vivir en la Argentina sin pagar coimas”, dijo hace un tiempo en un encuentro de la Fundación Endeavor.
En el reportaje de la revista Apertura abundó sobre el tema: “Hacer un start up (lanzamiento de una empresa) es muy difícil en cualquier lugar del mundo. A eso hay que sumarle las barreras adicionales de la Argentina, que van desde que incorporar una empresa es un despelote, abrir una cuenta en un banco es burocrático y complicado, contratar gente es difícil y echarla más, igual que alquilar una oficina. Todas esas cosas, que deberían ser sencillas, son increíblemente complejas. A eso agregale la cantidad de corrupción, no sólo en el Gobierno, sino en todos los negocios: la corrupción es como un aceite que hace que todo funcione.”
También le adjudica gran parte de su éxito a la suerte: “Soy un tipo afortunado. Siempre he pensado que es mejor tener suerte que ser inteligente. Hablo en serio. Sería muy ingenuo pensar que todo lo que he podido hacer a esta edad, dar la vuelta al mundo con mi mujer y los chicos, elegir dónde quiero vivir y manejar mi tiempo, lo hubiera podido hacer si en mi vida no hubiera existido una dosis de suerte. Además, es mucho mejor que la gente crea que las cosas te pasan por suerte. Así no te tienen envidia –sonríe-. Cuando entrevisto gente para que trabaje en alguna de nuestras empresas, siempre les pregunto al final de la conversación si se consideran tipos con suerte. Si me dicen que no, no los contrato”.

DIARIO JORNADA, Trelew

1 comentario:

Anónimo dijo...

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